
Cuando en un estado de ansiedad, estrés o preocupación penetramos en un bosque o recorremos a cielo abierto una pradera mullida bajo nuestros pies, se desencadena una especie de conexión inevitable entre la naturaleza y el ser humano. Es una especie de retorno al hogar, donde los ritmos humanos se pausan para dejarse gobernar por los de la naturaleza. Este proceso sin embargo ocurre de modo casi imperceptible, ya que terminamos suspirando, sintiéndonos libres y en muchas ocasiones sonriendo, sin ser conscientes de cómo se ha producido tal cambio en unos minutos. Es el poder de la naturaleza de atraparnos y moldearnos con su energía sin que apenas nos percibamos de ello.
Hay caminantes que aprovechan las excursiones para recoger insectos, muestras de piedras, fotografías, flores, plantas sanadoras, etc., y otros que saben como ir por la montaña recogiendo el qi que ofrece cada lugar. Son los practicantes de la Acupuntura Constitucional de la Mano y del Qi Gong, conocedores de cada tipo de energía y como nutrirse de ella.
Del mismo modo que vemos personas con energías peculiares, en la naturaleza también existen distintos elementos, como la montaña, el sol, la luna, la roca, el riachuelo, un árbol especial, etc., cada uno con distintas energías. Cuando por algún motivo necesitamos la energía de alguno de estos elementos sentimos una atracción particular por él, nuestro cuerpo no querrá apartarse de esa visión ni alejarse de aquel lugar, puesto que al estar allí sentimos que nos nutre algo en especial.
Esta atracción no sólo es aplicable a los elementos materiales de la naturaleza, sino también a ciertos lugares donde han sucedido acontecimientos extraordinarios. Del mismo modo puede ocurrir al revés:estar en un determinado lugar y sin motivo aparente ni causa razonable alguna, encontrarnos muy incómodos, avisándonos una alerta interior que debemos alejarnos de allí. Este tipo de vivencias pueden deberse a ciertas energías densas que se encuentran en el lugar (esto se averigua por medio de las técnicas del Feng Shui), pudiendo ser debidas a los materiales existentes o algún acontecimiento no muy positivo ocurrido allí. Sea como fuere debemos escuchar el cuerpo, y cuando nos damos de bruces con algo fascinante que nos nutre, detenernos e incorporarlo por medio de la respiración consciente como veremos en el siguiente post, pero cuando sucede lo opuesto salir de allí sin detenernos ni un instante más.
Algunos ejemplos de llamadas de la naturaleza y lo que representan en nosotros son:
Cuando nos llama poderosamente la atención: | Estamos atravesando por un período de: |
La majestuosidad de una montaña | Falta de confianza en mí mismo. |
El tronco de un árbol centenario | Necesidad de reafirmarme en mis ideas. |
Una roca grande | Necesidad de soledad y aislamiento personal. |
Las nubes, un gran espacio al aire libre, acantilados | Falta de Libertad. |
El sol | Debilidad de la energía yang. |
La luna | Debilidad de la energía yin. |
Un curso de agua | Necesidad de aprender a fluir y aceptar |
Un lago | Carencia de serenidad mental |
El mar | Falta de expansión de nuestro poder personal |
El fuego | Falta de amor. |
El vuelo de los pájaros | Falta de libertad |
Una cueva | Carencia de amor maternal |
Las flores | Ausencia de pasión en la vida |
La cumbre más alta de la montaña | Necesidad de crecimiento personal |
En el próximo post veremos como nutrirnos de los diferentes tipos de energía por medio de la atención consciente, la sensibilidad y la respiración.